Mis raíces

Desde mi infancia sentí una inclinación e interés natural por el cuerpo, en especial por su movimiento, por la armonía del cuerpo en movimiento, por la belleza de la simpleza de su complejidad, su perfecto equilibrio natural. Así empecé a practicar ballet a los 4 años. Continué bailando hasta los 18 (en realidad aún no he parado :), combinando el ballet con la gimnasia rítmica y coreografía de baile moderno. Continué explorado y experimentando con el cuerpo, descubriendo mis propios límites e inclinaciones naturales. Comencé a practicar Wu Shu (Kung Fu) durante dos años, hasta que mi profesora me ayudó a ver que mi actitud no era marcial. De ahí me acerqué a la Danza Contemporánea, estudiando tres años en la escuela de Karen Taft en Madrid.

¿Cuándo vino el Yoga a mi?

Empecé mis estudios universitarios en Méjico, sabiendo desde entonces que mi alma viajera seguiría siempre con su llamita encendida. Mi trayectoria continuaba avanzando, lo que me llevó a pasar dos años en Buenos Aires. Lugar donde entré en contacto con la Biodanza y la técnica Alexander. Momento en que empecé a practicar Yoga.

El camino adecuado

Al principio no sabía qué buscaba, ni tampoco pretendía nada en concreto, sí recuerdo que en mi mente estaba la idea de lograr ser una anciana ágil y flexible que pudiera preservar por muchos años la inteligencia innata de su cuerpo. Y acerté, escogí el camino adecuado.

Desde entonces he continuado practicando, indagando y formándome cada día.

Siente y escucha tu cuerpo

Te invito a probar, a dejarte sentir y a escuchar a tu cuerpo, dando espacio a tu mente, a través de la práctica de Yoga.

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